lunes, 25 de septiembre de 2017

Mi ex decía que era útil


Mi ex-novia constantemente me decía que era útil. Lo decía como un alago por que de vez en cuando podía hacer cosas o manualidades para eventos y fiestas o tenía algún dato o información oportuna. De alguna manera me hacía sentir orgulloso saber que así me percibía y quizás si no fuera tan pendejo no lo habría echado a perder tan a lo güey (pero ese es tema aparte). 

La cuestión aquí es que me doy cuenta que sentirme útil es algo que busco constantemente en mi vida, no sé si sea por buscar mi validez en la aprobación de los demás o genuinamente tengo un espíritu caritativo. Tampoco me importa tanto descubrirlo en este momento.

Nadie nunca puede estar prevenido contra un sismo, menos contra uno de tal magnitud. Te llega de golpe y te jode. Después, entre los escombros, vemos qué se puede hacer, a quién le fue peor y nosotros, los menos jodidos, intentamos ayudar a aquellos que no tuvieron tanta suerte.

Durante el transcurso de la semana me tocó hacer un poco de todo: preparar comida, juntar donativos, comprar víveres, hacer dibujitos para campañas, ir a poblados, descargar camiones, armar despensas, entregarlas, tirar casas y por consiguiente acarrear escombros. Y al final me sentí todo menos útil. Tras colaborar en una zona afectada por algunos días al regresar a mi realidad me cuestiono si fue suficiente. Difícilmente lo es.

Llego a casa  para volver a mi banalidad pero en Twitter y Facebook todos son caritativos, son solidarios, son proactivos: Son útiles.  #FuerzaMéxico suena fuerte y en todos lados, se siente el orgullo de ser mexicano y por otro lado a mí me invade el escepticismo, no porque no crea en la honestidad de los sentimientos, sino que me incomoda pensar en que en verdad necesitamos estar derrumbados para mostrar cualidades humanas.  

No quiero victimizarme por que definitivamente me siento muy agradecido por estar de este lado de la situación y también entiendo que el esfuerzo salvador de uno no solucionará todos nuestros males, tal vez sólo es berrinche, pero igual quiero cambiar mis formas usuales en las que me guardo todo y contar un poco de lo que pasa en mi sentir.

Al final mi vida seguirá aquí un rato, intentando justificar mis apatías. Agradezco que me leas mientras continuo sintiendo ganas de volver a sentirme útil (como decía mi ex). 

jueves, 27 de abril de 2017

Sobre el Unicorn Frappuccino

Quien quiera dar una clase de Marxismo básico y valor agregado que empiece explicando lo que sucedió la semana pasada en Starbucks.

Imágenes sacadas de instagram sobre el Unicorn frappuccino 



No soy tan fan de los productos de la cadena, pero tampoco soy del club de odio que también es numeroso en mis redes sociales. Le tengo una amistad lejana que si me invitan por algo voy sin problema pero difícilmente llegaría por mi propio pie a comprarme un cafecito caro. Como yo sé que a nadie debería de importarle si me gusta o no el café de Starbucks mejor escribiré de lo que sí creo que vale la pena ser contado y quizá les gustaría saber ( y si no, pues ni modo). 

Todos los que no vivimos en una cueva nos enteramos que la semana pasada salió a la venta el Unicorn Frappuccino y ya de entrada la mezcla de idiomas en el nombre merecería ser comentado, pero de momento me restringiré a hablar un poco de la manera en que fue diseñada esta nueva pieza de la cultura pop. 

Para empezar habría que aclarar que no fue la primer "bebida unicornio". Al parecer fue en una cafetería en Brooklyn donde salió a la venta el Unicorn Latte, una mezcla de limón, leche de coco, azúcar, flores y muchos colores que se volvió popular en la localidad y en redes sociales, lo que provocó que otras empresas imitaran su éxito, pero no fue sino hasta que llegó la transnacional que se volvió un fenómeno global. 

Por cinco días, o hasta agotar existencias, cualquiera que quisiera gastarse unos 70 pesistos podía unirse a la tendencia mundial y por supuesto llegaron los mares de personas emocionadas por el evento, a tal punto que en algunas franquicias se reportó la venta de más de 500 unidades y en su mayoría al paso de dos o tres días se acabó la oportunidad de adquirir el artículo.

Para los que decidimos dejar pasar la ocasión no nos fue ajeno el fenómeno, por que el diseño del producto fue preciso. El principal atractivo del Unicorn Frappuccino era ser rosa-morado-azul con chispitas, no el sabor por supuesto, y aunque esto nos parezca obvio no deberíamos olvidarnos de lo aún más evidente: es una bebida. Una bebida que en su gestación tenía el único cometido de ser tan bonita que la gente no pudiera hacer nada sino tomarle una foto para sus redes sociales. Hicieron un frappuccino para tu Instagram, no para tu paladar. 

Mi facebook y Twitter explotaron en opiniones. No importaba si hablabas de que ya lo habías comprado, si criticabas su valor nutricional, si te parecía un precio excesivo o si éramos unas ovejas del sistema capitalista y que merecíamos la muerte, teníamos que hablar del tema.

No dejamos esquina sin recorrer, se convirtió en la estrella de la semana. Estrella fugaz que como muchas, llegan a nuestras vidas, nos hacen tomar partido, le dan emoción a la existencia y nos dejan esperando la siguiente tendencia que repetirá el proceso. ¡Qué momento para vivir!